Todos
los que de una u otra forma llevamos años
relacionados con el tratamiento, la prevención, la ayuda, etc., de
personas con problemas de alcohol sabemos que la última década y en especial en
los últimos años, el perfil de los alcohólicos y alcohólicas ha variado mucho
respecto ha pasado.
Mayoritariamente
son más jóvenes, están menos deteriorados físicamente y presentan
características de consumo distintas al alcohólico clásico
Por
lo general ese consumo, se diferencia del clásico por dos razones esenciales:
No es diario y sin posibilidad de abstenerse
un solo día
Está mezclado el alcohol con el consumo,
cuanto menos, esporádico de otras
sustancias.
Hace
unos años, la mayoría de los enfermos y enfermas que acudían a los recursos de
tratamientos eran claramente
DEPENDIENTES DEL ALCOHOL
Dado
que esta conducta era evidentemente mayoritarias y además de consecuencias
fácilmente identificables con la imposibilidad de dejar de beber, se entendía
que sólo era ésta, la conducta que definía a un alcohólico o alcohólica
Por
ello, otras personas con problemas de alcohol que no respondían a ese
estereotipo, eran consideradas como enfermos menos graves o en muchos casos
como personas que aún no padecían esta enfermedad.
Hace
algo más de dos décadas, el profesor
Alonso Fernández ya hablaba de las diferencias entre dependencia y adicción y
alertaba de que esta segunda posibilidad no era solo la posible antesala de la
otra, si no un trastorno en sí mismo y grave que a corto plazo definiría más
enfermos que la propia dependencia.
El
adicto no tiene una necesidad física de consumir y por tanto en el caso del
alcohol, no es un bebedor excesivo regular (diario).
Ello
se debe a que dicho trastorno, también asumido por la OMS, es un trastorno que
procede más de la falta de control de los impulsos, que de la propia necesidad
física de consumir.
El
adicto al alcohol bebe solo en ciertas ocasiones y circunstancias y cuando deja
de beber puede mantenerse aparentemente en abstinencia a voluntad.
Sin duda, esta característica es la que los ha mantenido apartados de
nuestros tratamientos desde siempre.
Sin
embargo esto no es así, la abstinencia no está bajo su control si no en función
de muchas circunstancias externas que el individuo no puedo ni escoger ni
manejar.
Quizás,
porque su problema es más de impulso que de dependencia, el adicto actual es un
policonsumidor y las causas de esta conducta pueden ser múltiples, a saber:
La oferta de muchos tipos de sustancias
etiquetadas como no generadoras de dependencia
física, lo cual reducen el sentimiento de riesgo
La costumbre cada vez más extendida de
diversiones que se extienden muchas horas y que se mantiene a base de
diferentes consumos de sustancias con diferentes efectos (depresivos,
excitantes…)
Una alta permisividad social a este tipo de
conducta que se justifica como “es la forma en que se divierte hoy la gente”,
“solo es cosa de fin de semana”, “se hace o no se hace a voluntad”.
La
realidad sin embargo es más dura:
Estas
conductas están elevando los niveles de consumo en ciertos segmentos de
población de forma muy alarmante
Los
sectores a quienes más afectan este tipo de conductas, son los más vulnerables
(esencialmente a causa de la edad)
Los
problemas que provoca el consumo son muy graves, intoxicaciones agudas graves,
efectos tóxicos cruzados, alteraciones psicológicas graves, perdida importante
de conciencia, comas etílicos ….
Y
todo ello sin dejar atrás las consecuencias colaterales, accidente de tráfico,
peleas, agresiones físicas, embarazos no deseados, conductas sexuales de
riesgo, comisión otros de delitos.
No
serán dependientes en sentido clásico pero… ¿Son estos problemas graves?.
Con independencia de la gravedad de los problemas
que suponga esta nueva forma de consumo, a nosotros, quienes hemos decidido
ayudar a los que piden ayuda, lo que nos
debe importar son dos cosas:
Tenemos la
obligación de atenderles
Debemos
adaptarnos a su problemática para atenderlos bien.
El hecho de que no tengan tantos puntos de
coincidencia con los alcohólicos más clásicos, no debe ser un motivo de
rechazo, bien al contrario, debe ser el acicate para tratar de ayudarles.
Con una u otra forma de beber son personas a las que
el alcohol les provoca problema y esa es la finalidad de nuestro trabajo
Debemos intentar ser comprensivos, sin tratar de que
piensen y sientan como los hacen o lo hacían los alcohólicos clásicos, aunque
solo sea porque sus circunstancias y sus vivencias son diferentes.
No debemos olvidar que la base de nuestro éxito,
desde siempre, ha sido la acogida, el crear un clima de apoyo y comprensión
hacia quienes llegaban con un problema
Incluso debemos aceptar que estos nuevos enfermos,
menos deteriorados y más jóvenes, es lógico que les cueste más, al principio,
mantener la abstinencia
¿Cómo hacerlo?
Buscando
puntos de identificación:
Tratando que en los grupos y en la acogida, se
hable más de cómo se siente, como lo viven, como se pierde el control, como se
trata de salir sin éxito una vez y otra, como se recurre a todo tipo de
justificaciones, como se lleva a un segundo plano todo en aras de hacer aquello
que según los propios adictos no los
domina
Evitando:
Referencias
continuas a la forma de abuso clásico del alcohol y a las experiencias basadas
en esas conductas
Prestar más
atención a las carencias que tratan de suplirse con el consumo, que a los efectos de la dependencia.
Planteando
alternativas factibles que puedan posibilitar la gratificación y la capacidad
de acción, que se busca en el consumo.
Haciéndoles
recapacitar en que esas conductas coartan más su libertad que el hecho de
abandonarlas que a veces se vivencian como : ¿y por qué no yo?.
Adaptando horarios de atención a las peculiaridades
de estos nuevos usuarios. Especialmente hay que cuidar cubrir con actividades
en grupo aquellos momentos en que la posibilidad de recaer es alta (viernes
noche, sábados noche…).
Potenciando las actividades lúdico-recreativas
acorde a sus expectativas, que les permitan poder divertirse sin necesidad de
realizar consumos de alcohol y otras sustancias adictivas. En este punto hay
que estudiar la puesta en marcha de actividades como la
meditación
o de ejercicio físico que ayudan a aumentar los niveles de endorfinas de un
modo sano.
Málaga,
diciembre del 2012.
No hay comentarios:
Publicar un comentario